sumerios
Mensajes sanadores en la cuna de la civilización

«Vete, sal de aquí, parálisis/ como la ventosidad que el ano suelta/ como la orina que de la entrepierna gotea». Ese es uno de los conjuros con los que hace 4.000 años se «sanaba» la paraplejia, según una investigación de una filóloga del CSIC, Bárbara Böck, que los ha traducido por primera vez.
Böck lleva trabajando en la traducción de tablillas de arcilla sumerias y acadias con «recetas» conservadas en los museos Británico de Londres y el Vorderasiatisches de Berlín desde finales de los 90, según explica.
En ese tiempo Böck, de nacionalidad alemana, ha trabajado con 30 tablillas ya conocidas y 50 cuyo contenido era inédito: «es como hacer un puzzle del que desconoces el número de piezas que tiene».
En algunas tablillas se proporcionaba al paciente información sobre su enfermedad, pero en otras solo se proporcionaba el conjuro tipo de masaje que iba a «sanarle» porque iba a provocar la expulsión del cuerpo del «demonio» que producía el mal.
En el conjuro para la parálisis, que nunca había sido traducido, se da órdenes al demonio, que en este caso tenía que salir del cuerpo como un fluido corporal impuro.
Quizá por eso hace referencia a todas las «posibilidades»: «sal de aquí, como la leche materna que de la mama emana/ como el sudor que el cuerpo transpira/ como las gotas de sudor que en la frente se forman/ como la ventosidad que el ano suelta/como la orina que de la entrepierna gotea/, como el eructo que la garganta expele/ como el moco que la nariz produce y como el cerumen que el oído segrega».
Los «sanadores» se vestían de pez porque ese era el símbolo de Ea, el dios de la magia, y recitaban o aplicaban su «tratamiento», preferiblemente a finales en dos fechas de finales del actual agosto, porque creían que era en esas fechas cuando se podía entrar en contacto con el más allá.
Si el tratamiento consistía en masajes, que se daban desde el torso hacia las extremidades, al final se colocaban amuletos en las muñecas y los tobillos, para evitar que el «demonio» entrase de nuevo en los pacientes a través de los miembros.
Así se trataba, por ejemplo, la «mano del espíritu de la muerte», un mal al que hacían responsable de las migrañas, la parálisis, la locura y los problemas gastrointestinales.
Böck no tiene «ninguna constancia» de que los masajes o los conjuros tuvieran efecto, pero cree que debieron «tener algún éxito porque la palabra curativa tiene efectos calmantes».
Además de conjuros, hay tablillas con información precisa de cómo hacer masajes para aliviar migrañas, facilitar el parto o combatir el agotamiento, y en todos ellos se empleaban aceites de plantas medicinales y aromáticas.
«Son iguales, exactamente, que las terapias que se emplean actualmente, sólo el concepto que hay detrás ha cambiado totalmente y ya no son demonios a los que hay que exorcizar», señaló la investigadora.
Las tablillas con los signos cuneiformes se hallaron en yacimientos de la antigua Mesopotamia: Ur, Uruk, Babilonia y Sippar, en el sur, o Asur, Nínive, Nimrud o Sultantepe (actual Turquía).
Las copias más antiguas están fechadas en el principio del segundo milenio a.C y el más reciente es del siglo III a.C.
Además de las tablillas, Böck ha tenido como principal fuente de investigación un libro de encantamientos escrito en sumerio y acadio, titulado ‘Mushu’u’ (masajes en castellano), donde hay más de 50 conjuros que acompañan el tratamiento.
También ha encontrado otras técnicas terapéuticas en un libro en lengua acadia, con 45 textos médicos.
La civilización sumeria y sus intrigantes mensajes

Los sumerios figuran como la primera gran civilización de la Historia. Fueron los primeros en desarrollar la escritura y observaron minuciosamente los cielos e interpretaron las constelaciones que conocemos hoy día, construyeron templos comparables a los egipcios en una tierra dónde no abundaban ni los metales ni las piedras.
¿Cómo fue posible un conocimiento tan evolucionado en una cultura que apenas se estaba desarrollando? ¿Cuáles son los orígenes de los sumerios?
La civilización sumeria nació hace 6.000 años en Mesopotamia, entre los ríos Tigris y Eufrates.
Antes de exponer ciertas teorías, vamos a echar un ojo a uno de sus conocimientos más desconcertantes: la astrología. Los sumerios, al igual que los mayas y los egipcios, eran grandes observadores de los astros. Con complicados cálculos matemáticos, definieron el movimiento de los planetas y las estrellas, determinando así el futuro, y pronosticando acontecimientos que aún estaban por venir.
Según sus conocimientos, los planetas correspondían a seres divinos como Júpiter o Venus. En base a sus creencias, la Tierra permanecía estática, mientras que el resto de cuerpos celestes giraban a su alrededor.
Cuál fue la sorpresa de los arqueólogos e investigadores cuando se encontraron con una tablilla dónde se puede ver una imagen de lo que parece ser el sistema solar.
Un astro rey, con otros cuerpos celestes a su alrededor, que parecen coincidir en proporción con los planetas de nuestro sistema, al igual que su posicionamiento respecto al Sol.
Lo curioso de todo esto es que los sumeros no disponían de tecnología suficiente como para poder observar planetas más allá de lo que podían ver sus propios ojos. Entonces, ¿cómo se explica que plasmaran en una imagen planetas que no podemos ver sin un telescopio tales como Urano, Plutón y Neptuno?
También cabe destacar que los sumerios dejaron miles de tablillas de arcilla donde explicaron la historia de su civilización. Estas tablillas han sido traducidas en más de una ocasión, y la última y más controvertida ha sido la interpretación que les ha dado Zecharia Sitchin.
Éste afirma que los propios sumerios dejaron registrados los orígenes de la creación de la humanidad, responsables de los cuales serían seres extraterrestres, con la ayuda de la ingeniería genética.

También menciona un planeta llamado Nibiru que se aproxima a nuestro sistema solar cada 3.600 años. De este planeta proceden los Annunaki, unos seres considerados Dioses para los propios sumerios, quienes crearon la raza humana para esclavizarla. Los Annunaki se encuentran en algunas representaciones, descritos como seres reptilianos. La cúspide de la jerarquía social estaba formada por seres mitad hombre, mitad dragón.