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La ola perfecta de Brian Wilson

La editorial Malpaso publica en castellano la autobiografía Yo soy Brian Wilson … y tú no, aparecida originalmente en inglés en 2016. Este libro de memorias del genio de los Beach Boys, escrito con la colaboración de Ben Greenman, sustituye el fallido Would not it be nice: My own story, de 1991, desautorizado por Wilson cuando se supo que la mayor parte del volumen había sido plagiado de biografías anteriores. Además, glorificaba sospechosamente la figura del doctor Landy, que durante una década le chupó la vida (y el dinero), aunque el terapeuta aseguraba no haber tenido nada que ver con el texto.
Yo soy Brian Wilson … y tú no es un libro sobre uno de los grandes compositores del siglo XX, pero también es un libro sobre la enfermedad mental con la que el músico ha tenido que lidiar toda la vida y de la que el doctor Eugene Landy se aprovechó para controlarle todos los movimientos y sacar provecho personal. Los años con Landy, explica Wilson, fueron un infierno. El tenía confinado en su casa sin poder ver a sus amigos, le cargaba las facturas de las vacaciones de su familia, ponía su nombre en los créditos de las canciones, la obligaba a trabajar sin parar y el regañaba constantemente, y lo hacía sentir como una piltrafa. No es la única persona que lo traumatizó. Su padre, que al principio se involucró en la carrera de los Beach Boys, también podía ser un ogro, pero Wilson -quizás arrepentido por haberlo hecho fuera del proyecto- la acaba redimiendo.
La historia de los Beach Boys se ha explicado muchas veces, pero Brian Wilson aún no había dicho la última palabra. Sus recuerdos están llenos de ternura hacia sus hermanos Carl y Dennis, ambos fallecidos prematuramente, y también hacia Al Jardine. Es más ambivalente en relación a su primo Mike Love, con quien se ha visto en una sala de juicios más de una vez, y quien pasea el nombre del grupo por el mundo con una gira interminable que exprime los hits de la banda cuando él es el único miembro original. Una especie de grupo de homenaje para bodas, bautizos y comuniones. De todos modos, Wilson no suena rencoroso. Por coincidencia o estrategia editorial, Love también publicó sus memorias en 2016, Good vibrations: My life as a beach boy. Algunos críticos han apuntado que la historia que cuenta Love podría estar más ajustada a la realidad y que quien hay detrás del libro de Wilson es en realidad su mujer, Melinda.
En cualquier caso, Love no es uno de los mejores músicos de la historia del rock, y Wilson sí. Obras como Pet Sounds (1966) y Smile (completado en 2004) son auténticos hitos, no sólo de la música pop sino de la música del siglo XX. Wilson ha sido sordo de un oído desde que un niño le dio un golpe con una barra metálica y ha sufrido una enfermedad mental casi toda su vida. Pero nada de eso le impidió crear canciones maravillosas como God only knows, Heroes and villains y Good vibrations. Sentía voces dentro de sí, pero a la vez trabajaba con las voces de sus compañeros, trenzando polifonías casi espirituales que todavía hoy suenan prodigiosas. Era la sublimación de la música pop.
«Casi nunca había ido a la playa, de pequeño», explica. «Tampoco era aficionado al surf. Una vez lo intenté y la tabla me golpeó en la cabeza «, se sincera, en una de las muchas anécdotas que cuenta de forma no cronológica. No era un chico de la playa, era un cantante y compositor genial y se emociona cuando explica las canciones que aún le conmueven: Be my baby de las Ronettes con Phil Spector; A beautiful morning, de los Rascals; y Tenderly, de Rosemary Clooney.
Hay una cierta tristeza que acompaña toda la lectura. Desde aquel vuelo a Houston en 1964 en que se colapsó y decidió que no tocaría más en directo, Wilson ha sido una persona frágil y lo que explica sobre los últimos años sirve para entender mejor sus últimas actuaciones con los Beach Boys, en las que, en ocasiones, hacía sufrir a quienes le acompañaban. El mejor homenaje que se le puede hacer es volver a escuchar sus creaciones en el lugar donde sí ha sido uno de los mejores de la historia: el estudio de grabación.
Los años dorados
En I am Brian Wilson, sus memorias, el líder de The Beach Boys reflexiona sobre su genuina admiración por los fab four. En el texto, el cantante confiesa detalles de su relación con los de Liverpool.
“1964. El rock and roll estaba ganando control y lo estaba haciendo rápido. Una de las partes más importantes en este proceso fueron The Beatles”, escribe Brian Wilson, la mente tras los éxitos de The Beach Boys.
“Se dijo que éramos el siguiente mejor grupo después de ellos. Incluso que éramos mejores, que nuestras canciones eran más interesantes o sofisticadas o que creaban más energía positiva”.
Rivalidad: The Beatles v/s The Beach Boys
“Rivalidad. Esa es una palabra equivocada. Intercambiamos mensajes trasatlánticos. Ellos hacían algo, yo lo escuchaba y quería hacer algo igualmente bueno”.
De hecho, Wilson admite que escribió algunas canciones pensando en los “Fab four”, como el caso de “Girl Don’t Tell Me” (1965). “Era un sonido diferente, porque la escribí pensando en John Lennon. Hasta pensé en dársela a ellos”.
“Decían que se parecía a ‘Ticket to Ride’, pero no era mi intención que se pareciera a ninguna canción suya en particular. Sólo tenía el aire”, explica. “Era difícil llegar más lejos a causa de los Beatles. Estuvieron en el show de Ed Sullivan en febrero de 1964, y en abril ya ocupaban los cinco primeros lugares del Billboard”.
Más de treinta años más tarde, en 1997, Wilson recibe en su estudio al histórico productor de The Beatles, George Martin. Para sellar ese encuentro, Martin pidió escuchar la mezcla original de “God Only Knows”, la canción más famosa de Wilson.
“Mezcló algunas otras partes y me quedé maravillado con cuánto mejor lo hacía sonar. Le dije que había logrado una mezcla mejor que la que yo había hecho en el original. Fue la lección de un hombre y la de un productor brillante. Me encantaba lo que había hecho con los Beatles”. La reunión quedó registrada en un documental.
“Cuando murió en marzo de 2016 me sentí muy destrozado. Era uno de los grandes”, acota. Antes, Martin lo había dicho. “Sin Pet sounds, nuestro Sgt. Pepper’s no hubiera ocurrido: fue el intento de igualar el disco de The Beach Boys”.
George y John, que en paz descansen
Las memorias de Wilson también alcanzan para recordar a John Lennon y George Harrison, los Beatles que ya no están.
“Lennon me llamó después de Pet Sounds («phone me up», creo que dicen los británicos) para decirme cuánto le había gustado el disco”, rememora.
Además, admite que su muerte caló hondo en el grupo. “Empezamos a tocar un cover de “Imagine” porque habían asesinado a John unos años antes. Él no estaba y no iba a volver, eso convertía una canción de esperanza en una canción triste”.
En cuanto a George, dice que nunca lo llegó a conocer en persona pero “fue importante para mí. Era muy espiritual. Tenía un modo de simplificar las cosas”, aunque “durante los primeros años era difícil considerarlo un compositor aparte, después de ‘Here Comes the Sun’ empecé a ponerle atención”.
“Quizás cualquier grupo necesitaba eso, una presencia profundamente conmovedora que no estuviera en medio de todo. Nosotros teníamos a Carl”, reflexiona.
Muchos años después Olivia, la viuda de Harrison, lo llamó para pedirle que se presentara en un festival tributo a George en Hollywood. “Tocamos ‘My Sweet Lord’, pero pudo ser cualquier otra. Escribía canciones hermosas”.
Paul Only Knows: mi amigo McCartney
“Conocí a Paul McCartney a finales de los sesenta, en un estudio. Pasó a Colombia Square cuando estábamos trabajando en algunos overdubs vocales y platicamos un poco sobre música”.
Tras cincuenta años de ese encuentro y cuando McCartney se ha encargado de declarar en innumerables ocasiones que “God Only Knows” es su canción favorita, la visión de Wilson al respecto toma particular valor.
“Ahora todo el mundo sabe que es la canción favorita de Paul, y no sólo su favorita de The Beach Boys, sino de sus favoritas y punto. Es el tipo de cosas que la gente escribe en los cuadernillos de los discos o dice en la televisión. Cuando los leen, miran esa primera oración y luego continúan. Pero para mí fue muy importante la primera vez que lo escuché”.
Su primer pensamiento, dice, fue de halago. “Ahí estaba otra persona, la persona que escribió ‘Yesterday’ y ‘And I Love Her’ y tantas otras, diciendo que era su favorita. Me voló la cabeza”.
Paul fue el único de los Beatles que logró una relación más personal con un retraído Brian, ese que dejó las giras en pleno apogeo de los sesenta y se encerró en su estudio para llevar a la realidad todas esas melodías que escuchaba en su cabeza.
“Paul vino a mi casa y me contó sobre la nueva música en la que estaba trabajando. ‘Quiero que escuches esta canción’, me dijo, ‘creo que tiene una buena melodía’. Puso el casete y era ‘She’s Leaving Home’. Mi esposa estaba ahí y se puso a llorar. Escucharlo tocar una canción nueva me permitió ver las mías claramente. Era difícil para mí ver el efecto que mi música tenía en los demás, pero era fácil verlo cuando se trataba de alguien más”.

Después de treinta años y con Wilson recuperado de sus problemas de alcohol, drogas y abusos por parte de su ex médico Eugene Landy, los compositores se volvieron a encontrar.
La voz de The Beach Boys oficiaba como telonero de un concierto de Paul Simon y lo estaba pasando mal. “Me gustaba tocar con él pero el público eran personas mayores y cuando cantaba aún la gente se estaba acomodando en sus lugares”, recuerda.
Pero en el Teatro Griego de Los Ángeles, con las butacas a menos de la mitad, ocurrió el milagro. Tras tocar éxitos como “California Girls”, “Wouldn’t It Be Nice” y “I Get Around”, Wilson cerraba todo con “God Only Knows”, la favorita de Paul.
“Justo en ese momento la puerta lateral se abrió y McCartney entró al escenario. Todos lo vieron. Se desataron los aplausos y gritos en el teatro y todo el mundo se puso de pie. Era un momento de ‘¡Ay, Dios!’. Lo saludé desde el piano, pero no fue suficiente. Estábamos en lo versos finales y cambié la letra de último momento por ‘God only knows what I’d be without Paul’”.
Ya en camarines y con “Pablo” como visita estelar -”Así le llamaba algunas veces”, aclara-, el fanatismo de McCartney salió al descubierto. Tenía una pregunta sobre la intro de “You Still Believe in Me”, otra de las pistas del Pet Sound.
“Había un teclado en el camerino, así que la toqué para él. Hicimos armonías. Fue increíble, Paul y yo armonizando la intro de ‘You Still Believe in Me’, ¿Puedes creerlo?”.
Rubber Soul, el mejor disco de la historia
“Rubber Soul fue el que de verdad impresionó”, dice el compositor oriundo de California sobre el álbum que salió a finales de 1965, “es probablemente el mejor disco de la historia. Me mandó directo al piano”.
“Es un álbum donde todo fluye y todo funciona. Recuerdo que me impresionaron ‘You Won’t See Me’, ‘I’m Looking Through You’ y ‘Girl’. No eran sólo las letras y las melodías, sino también la producción y sus armonías. Eran tan únicas”
“Podías escuchar sus ideas muy claramente a través de su música. No estaban posando como otras bandas ni intentando meter demasiado significado en su canciones. Eran grandes poetas de las cosas simples, pero eso también era fácil escucharlos. Nada de lo que hacían era torpe, el tono perfecto duraba la canción entera y todo aterrizaba bien”.
Para ejemplificar una teoría que probablemente no dejó muy contentos a los fanáticos de su propia banda, toma como muestra “You Won’t See Me”, una canción de aquel álbum.
“¿Sabes? Paul canta en tonos bajos y George y John en altos. Hay un órgano tipo drone por ahí, una nota que permanece baja durante la última parte de la canción, más o menos. Esos eran los detalles artísticos que iban intentando”.
La leyes de la probabilidad contra McCartney

Han pasado 50 años y todavía perdura el misterio de quién fue el verdadero autor del tema «In my Life» de los Beatles. Como bien saben los seguidores de la banda, tanto Paul McCartney como John Lennon siempre se han disputado la autoría de la canción. Ni los expertos ni ellos mismos se han puesto nunca de acuerdo. Pero las matemáticas han decidido poner solución a este embrollo.
La Universidad de Harvard ha desarrollado un modelo matemático que cree tener la respuesta: la canción fue obra de Lennon. Y, ¿en qué se basan? “Descubrimos que el contenido musical era mucho, mucho más consistente con el estilo de John. De acuerdo con nuestro modelo, es muy probable que hubiera sido escrito por él. Lo que eso significa es que si comparas In My Life con canciones de Lennon de ese período y canciones de McCartney de ese período, es mucho más consistente con Lennon”, asegura el estadista Mark Glickman.
Pero, entonces, de haber sido así, ¿por qué McCartney estaría tan emperrado en hacerse suya la canción? ¿Qué sentido tendría eso? Bien, los investigadores creen también tener una respuesta para ello. Y es que, cuando los estudiosos separaron los versos del interludio de la canción –lo que Lennon solía llamar ‘los ocho compases del medio’– encontraron algo interesante. “Hubo algunas dudas sobre si McCartney escribió el interludio. Y resulta que hay cerca de un 50 por ciento de posibilidades de que esos ocho compases hayan sido escrito por él, y el resto probablemente haya sido escrito por John”.
En cierto modo, los dos tendrían razón. No obstante, el estilo global del tema sería fuertemente similar al de Lennon. “En el contexto del análisis textual, la forma en que esto funciona es que tenemos un grupo de documentos escritos por un autor y un grupo escrito por otro autor”, concluye en su estudio Glickman. Por ello, para decantarse por un autor u otro, prosigue explicando que la estrategia se basa en “examinar la frecuencia de ciertos tipos de palabras en esos documentos”. En el contexto de la composición, la forma en que lo hacemos es tratar las canciones como dos flujos paralelos de ‘texto’ para analizar la línea de melodía y los acordes o estructura armónica”, explica.
En este sentido, el experto señala que, cuando el equipo comenzó a buscar las características musicales que podrían sostener su análisis, lo que se destacó fueron los pares de notas y los pares de acordes. “Encontramos pares de notas melódicas y pares de acordes que eran particularmente distintivos. Por ejemplo, un par de acordes que tiende a ser mucho más comunes en una canción de Lennon que una canción de McCartney va del tónico al sexto menor, que es un motivo de rock bastante estándar: va del acorde tónico principal a su semejante menor”, sostiene.
Motivos para querer a Yoko Ono

Yoko Ono nació el 18 de febrero de 1933 en Tokio, en el seno de una acomodada familia propietaria de bancos japoneses, siendo además su padre descendiente del emperador de Japón. Empezó a estudiar en una escuela para niños con talento especial para la música y fue también la primera mujer aceptada en la facultad de Filosofía de la universidad de Gakushuin, una de las más exclusivas de Japón, en la que estudió junto al actual emperador Akihito. Tras la II Guerra Mundial, la familia se trasladó a Nueva York y allí empezó a asistir al Sarah Lawrence College, donde estudió composición y poesía contemporánea.
En 1956 contrajo matrimonio con su primer marido, el músico de vanguardia Toshi Ichiyanagi, de quien se divorció en 1962 tras varios años viviendo separados. Tras superar una mala racha, Yoko conoció al productor de cine Anthony Cox, que se convertiría en su segundo marido. Aunque la relación fue tormentosa desde el principio, la pareja tuvo una, hija Kyoko Chan.
El 9 de noviembre de 1966, Yoko conoció a John Lennon en Indica Gallery, una galería de arte londinense donde la artista, que ya se había labrado una gran fama como artista conceptual, exponía su trabajo. Intrigado por lo que veía, el músico recorrió la galería hasta encontrar a la autora de las obras que tanto le habían fascinado. La encontró frente a una de ellas que llevaba un letrero que rezaba «Clava un clavo», y él le preguntó si podía clavar uno. Yoko le dijo: «Puedes hacerlo si me das cinco monedas», a lo que John contestó: «Te doy cinco monedas imaginarias si me dejas clavar un clavo imaginario».
La atracción que ambos sintieron desde ese primer instante fue tan intensa que no dudaron en romper sus respectivos matrimonios para comenzar su polémica historia de amor. En ese momento se inició una leyenda que uniría sus nombres en una historia icónica que se prolongó más allá de la muerte de Lennon. Aunque Yoko jamás se arrepintió de ello, sí llegó a declarar en alguna ocasión, «de cierta manera ambos arruinamos nuestras carreras por estar juntos”.
Pese al destacado papel de Yoko Ono en el arte moderno, para muchos sigue siendo la mujer (malvada) que acabó con Los Beatles. Objeto de odio visceral beatlemaniaco, calificada de “enana venenosa”, “Río Kwai”, “bruja” y otros motes más groseros, hay razones de sobra para querer a la viuda de John Lennon.
1. Separó a Los Beatles
La afirmación no es cierta en absoluto. Yoko y su amor pegadizo con Lennon contribuyó a enfriar las relaciones con Paul y el resto de la banda pero su papel no fue determinante en la ruptura del grupo más famoso de la historia. Los cuatro fantásticos ya estaban en el límite y, cada uno, buscaba su propio camino creativo.
Además, si ella participó en el fin de los de Liverpool, todavía hay que agradecérselo. ¿Alguien se imagina a unos octogenarios Beatles tocando en estadios de fútbol a la manera de los bisabuelos Stones? No ¡por favor! conservemos el mito.
2. Amó a Lennon
Pocas historias de amor son tan intensas como las que protagonizaron Yoko y John. “No se enamoró del Beatle, no se enamoró de mi fama. Se enamoró de mí por mí mismo, y a través de eso, logró sacar lo mejor de mí”. Así se explica Lennon cuando habla de su esposa en la biografía (no autorizada) de Philip Norman.
Romeo y Julieta palidecieron cuando el beatle y la artista protagonizaron una campaña por la paz durante dos semanas -en distintos sitios- en una cama de dos hoteles delante de la prensa. Su mensaje: Dad una oportunidad a la paz. Doce años después, un loco –Mark David Chapman– mató a Lennon en las puertas del Dakota de Nueva York.
3. Guarda el legado
Las 211 canciones de los Beatles siguen en el Olimpo de la música pop. Ni Pitbull ni Luis Cobos se han atrevido a remezclar a ritmo “chinpum” la obra de los Fab Four. Tampoco ninguno de los cuatro grupos indies que actúan en los 200 festivales independientes que asolan la península Ibérica tienen previsto, este año, tararear alguna tonadilla de La Plastic Ono Band.
El celo permanente de Yoko ha evitado, en gran parte, la corrupción de unas canciones inolvidables. Lanzamientos muy cuidados (reedición de todos los discos de Lennon en 2010); colaboraciones exquisitas con el Cirque du Soleil, o la supervisión de las ediciones en 2014 para el mercado estadounidense…el producto “Lennon” debe ser chic, único y de calidad.
Bien es cierto que esta firmeza no ha impedido que muchos ascensores, hipermercados y bastantes anuncios,tengan melodías de su marido como música de fondo. Es una forma -amable y negociable- de aumentar el patrimonio familiar. Según la revista Forbes, John se colocó en el séptimo puesto en el top anual de los artistas fallecidos que más ingresos generó en 2012: 12 millones de dólares.
4. Musa y Leyenda
Muchas canciones como “Imagine” o “(Just Like) Starting Over” no se pueden imaginar sin la presencia de La Niña del Océano (traducción libre del nombre japonés Yoko). Ella, como confesó John al periodista Robert Hilbum, en su crónica “Desayuno con Lennon”, era su “catalizadora artística”, su inspiración.
Al margen de su papel de musa, hay que reconocer que también endulzó a un joven listo pero airado como Lennon. Le separó del materialismo fácil de la estrella de rock, le apartó de las filosofías hindúes sin fundamento y le empujò a defender el cambio social como parte del mensaje liberador del rock.
5. Pomelo
“Pomelo: un libro de instrucciones y dibujos” es una publicación de Yoko, editada en los sesenta, que cautivó y atrapó a John. Fue, quizá, la puerta intelectual que abrió la relación entre ambos.
También es -seguro- una muestra más de la innecesaria presencia de John Lennon para comprender el valor artístico de Yoko Ono. Y esta es la clave de la historia.
La viuda transciende su condición de “mujer de” mucho antes de conocer y formar parte del circo mediático de las “celebrities”. Y.O. es una gran artista.
Desde la distancia, todavía pueden quedar expresiones como “Pulling a Yoko Ono”, para referirse a la novia que te separa de los colegas, o comentarios machistas sobre el retorcido (y placentero) sexo asiático…
Está claro que el mundo da vueltas y a las percepciones cambian. O como ha escrito Yoko en su cuenta twitter (@yokoono): “Recuerda, nosotros somos todo agua del mismo océano”.
Hey, Jude, alarga el final todo lo que puedas

Hey Jude», que llevaba en su cara B «Revolution», fue el primer disco de los Beatles editado en su propio sello, Apple, y salió a la venta el 26 de agosto de 1968 en el Reino Unido, donde fue número uno durante tres semanas consecutivas.
A pesar de que la duración de la canción duplicaba la extensión media de los singles de la época -lo que asustó a algunas emisoras-, «Hey Jude» se convirtió en un éxito planetario.
A finales de 1968 ya había vendido más de cinco millones de copias en todo el mundo, tras un paseo triunfal por las listas de Estados Unidos, Europa y Asia.
La canción fue compuesta por Paul McCartney y John Lennon llegó a considerarla como la mejor creación de su socio artístico.
McCartney ha contado en varias ocasiones que la idea del tema surgió durante una visita que hizo a Cynthia Lennon, que afrontaba el proceso de divorcio de John -quien ya convivía con Yoko Ono-, y a Julian, el hijo del matrimonio, que tenía cinco años por entonces.
La canción surgió como un intento de dar ánimos al niño. De hecho, McCartney -que por entonces rompió con su novia, Jane Asher- compuso la melodía cantando «Hey Jules» -diminutivo de Julian-, si bien luego cambió ese nombre por el de Jude («Oye, Jude, no lo estropees/Toma una canción triste y mejórala», comienza la letra).
Sin embargo, cuando su autor tocó por primera vez el tema ante Lennon y Yoko, John se sintió tan identificado con la letra que pensó que hablaba de él. Mantuvo esa opinión el resto de su vida.
Por aquella época tampoco las relaciones entre los miembros del grupo pasaban por su mejor momento.
Los Beatles habían iniciado el 30 de mayo en los estudios londinenses de Abbey Road su proyecto más disgregador, aunque también uno de los más ricos artísticamente: la grabación del Álbum Blanco.
En mitad de aquellas sesiones, en las que en ocasiones cada miembro del grupo hacía su labor en estudios separados y donde las tensiones llevaron a Ringo Starr a abandonar la banda durante unos días, los Beatles comenzaron a trabajar en «Hey Jude» el 29 de julio.
Desde el principio el grupo tuvo claro que la canción no formaría parte del «Álbum Blanco» y que sería publicada en un single aparte.
El «crescendo» de la canción marcó época. El tema se abre con el piano y la voz de McCartney a los que se van uniendo, uno por uno, el resto de los instrumentos, comenzando por las guitarras de Lennon y George Harrison y la batería de Ringo Starr
«Hey Jude» termina con una orquesta de cincuenta músicos y las voces de McCartney, Lennon y Harrison, unidas en un eterno final de cuatro minutos.
Lennon tuvo que ceder la cara A del single a «Hey Jude» en detrimento de «Revolution», una composición suya con la que trataba de que los Beatles fijaran una posición sobre la guerra de Vietnam y los acontecimientos del 68.
La «Revolution» que apareció en este single era una versión agresiva del tema que los Beatles habían grabado para el «Álbum Blanco», que salió a la venta en noviembre de 1968.
Lennon introdujo guitarras distorsionadas y aceleró el ritmo de la canción, con la intención de hacerla lo suficientemente atractiva como para ser editada como cara A de un single, pero se encontró con la oposición de McCartney y Harrison, quienes la consideraban demasiado arriesgada.
John Lennon se vengó de sus compañeros colando en el «Álbum Blanco» un experimental «collage» sonoro que mezclaba un centenar de cintas y voces, y al que llamó «Revolution 9».
El estrés de una semana de ocho días

“Eight days a week” es un documental con imágenes inéditas sobre las giras del cuarteto de Liverpool, desde sus comienzos en esa ciudad hasta su último concierto en EE.UU.
El documental, que hace un recorrido por la carrera de la banda de pop-rock que enloqueció a millones de fans y enseña cómo la música de cuatro jóvenes británicos se convirtió en un éxito mundial, solo se exhibirá en los cines hasta el 22 de septiembre.
La cinta revela cuatro años de la vida de The Beatles, que van desde sus primeras actuaciones en el club “The Cavern” (1962), de su natal Liverpool, hasta su último concierto multitudinario en Candlestick Park (1966), en la ciudad de San Francisco (EE.UU.).
En este periodo, la banda dio 166 conciertos en 15 países y 90 ciudades.
La película muestra la presión e histeria por parte de los admiradores que rápidamente rodeó a la banda, uno de los motivos por los que sus componentes decidieron no hacer más giras y centrarse en la grabación de temas en estudio.
El título del documental, “Eight Days a Week”, hace referencia al tema homónimo compuesto por Lennon y McCartney en 1964, para el álbum “Beatles For Sale”.
Como complemento a la película, también se proyecta una cinta de media hora de duración sobre el primer concierto de rock que los Beatles ofrecieron en Nueva York, el 15 de agosto de 1965.
Se ha remasterizado el sonido de manera que la música queda por encima de los chillidos de euforia de las 55 mil personas que asistieron al evento.
En paralelo con el estreno de la película, el nueve de septiembre salió a la venta “The Beatles: Live At The Hollywood Bowl”, un álbum con material que permanecía descatalogado desde hacía años y que recoge los tres conciertos que la banda ofreció en el recinto del título, en Los Ángeles (EE.UU.), entre 1964 y 1965.
La popularidad de los Beatles llegó a tal punto que la “beatlemanía” se transformó en una tendencia entre los jóvenes de la época, y es que, el mítico conjunto consiguió el récord de venta de discos en la década de los sesenta.
Paul, John, George y Ringo se establecieron como una banda profesional en 1961, cuando Brian Epstein, conocido como “El quinto Beatle”, les ofreció ser su representante.
Un año más tarde, con George Martin como creativo, la banda logró su primer éxito comercial con el sencillo “Love Me Do”.
El realizador de ‘El desafío: Frost contra Nixon’ se ha centrado sobre todo en la parte más artística de los jóvenes desde una perspectiva personal, donde se explican cómo aquellos británicos de pelo tazón vivieron la locura creada por su grupo musical.
Howard ha sabido dejar de lado las vidas personales independientes de cada miembro del grupo, únicamente centrándose en ellos como grupo. El documental nos lleva desde el inicio de The Beatles en los bajos fondos de Liverpool hasta su éxito tocando en estadios abarrotados de gente.
Los Beatles son conocidos en todo el mundo por sus éxitos musicales, e incluso por alguna que otra incursión en el cine. La realidad es que incluso dieron nombre a una moda que se ha extendido hasta hoy que se llama la «Beatlemanía».
‘The Beatles: Eight Days a Week’ intenta tener un tono bastante neutral en su contenido, buscando empatizar sobre todo con los seguidores del grupo. La mezcla de imágenes originales con declaraciones de los dos Beatles supervivientes y otras figuras del mundillo hace que lleguemos a comprender cómo llegaron a convertirse en el famoso grupo.
Howard ha sabido cubrirse las espaldas no jugando con la vida personal o amorosa de los miembros, dándonos un homenaje a The Beatles en toda regla donde lo importante es acercar al espectador a la verdadera historia del grupo. Algunos de los momentos más emotivos son las propias declaraciones de los jóvenes en aquel tiempo y ver ante tus ojos como en tan sólo en una década cambiaron a pasos agigantados, artísticamente y psicológicamente hablando.
La parte musical no podía faltar en un documental sobre una banda. La organización de la música está colocada a la perfección con su correspondientes etapas. Algunos de los éxitos más famosos del grupo adornan las imágenes que se proyectan, pero también se ha dado cabida a otros éxitos menores que provocaron los vítores y aplausos del público en su día.
La capacidad de mostrarnos cómo John Lennon y Paul McCartney se encargaban de escribir canciones hace que poco a poco se haga cómplice al espectador en el mundo de The Beatles aunque hayan pasado ya más de 50 años desde su formación.
El realizador también ha hecho uso de material de audio para escenificar y contextualizar a estos cuatro grandes, lo que otorga mayor creatividad en el montaje, no únicamente mostrándonos una sucesión de imágenes y declaraciones, sino también programas de radio de entonces e incluso, grabaciones del estudio de grabación del grupo. La mezcla del sonido con lo visual ha sabido ir por el buen camino, dando la información de forma más imaginativa. ¿Y qué decir de los conciertos? Un regalo a los oídos y ojos, en especial para los fans.
Como no podía ser de otra manera, el documental también analiza cómo afectó a los propios Beatles su éxito y su exposición pública, haciendo que tengamos una visión más cercana del grupo y que incluso, entendamos algunas situaciones que no terminábamos de comprender ya fuera por falta de información u otro motivo.
La influencia mediática del grupo musical se plasma a la perfección en el documental, hablándonos de cómo un grupo de pop-rock llegaron a influir no solamente como músicos sino también como personajes públicos y ejemplos a seguir de miles de fans. Al igual que pasara con ‘Amy (La chica detrás del nombre)’, el realizador intenta no ensalzar la imagen del grupo, pero desgraciadamente, en ocasiones lo hace, dado que no se llega a ver realmente la parte negativa de The Beatles.
Llamada en ocasiones como la película definitiva de The Beatles, la realidad es que no se puede otorgar todavía dicho título. Es cierto que Howard consigue darnos una imagen más personal de Paul McCartney, John Lennon, George Harrison y Ringo Starr, pero también es verdad que se nota que la familia de los miembros fallecidos han estado detrás del film, al ser a veces políticamente correctos.
Sobre las polémicas que giraron en torno a The Beatles, durante el visionado se muestran como una equivocación de aquellos angelicales niños, pero la realidad seguramente diste mucho de lo que se ve en pantalla. Aun así, el retrato que nos encontramos merece la pena y nunca es tarde para conocer todavía más detalles de lo que se escondía entre bambalinas entre The Beatles.
El fin de la banda comenzó en abril de 1970, cuando Paul McCartney anunció que se retiraba del conjunto y presentó una orden judicial para disolver el grupo.
El 31 de diciembre de ese año los Beatles quedaron disueltos definitivamente como grupo.
Uno de los eventos más tristes que rodeó a los componentes de la banda fue la muerte de Lennon, el ocho de diciembre de 1980, asesinado por un perturbado que le disparó cinco tiros a la entrada de su residencia, en el edificio Dakota, frente al Central Park de Nueva York.
La banda que se convirtió en un icono del siglo XX perdió al segundo de sus componentes en noviembre de 2001, cuando Harrison murió de un cáncer de pulmón.
A día de hoy, las canciones de los Beatles siguen sonando por todos los rincones del mundo y continúan haciendo bailar, soñar y disfrutar a todas las generaciones.