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Ahogo en el cosmos

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Aunque no es posible analizar las galaxias individuales debido a los enormes plazos involucrados, estudiando estadísticamente la diferencia de contenido de metal de las galaxias vivas y muertas, los investigadores lograron determinar la causa de muerte para la mayoría de las galaxias de tamaño medio
Aunque no es posible analizar las galaxias individuales debido a los enormes plazos involucrados, estudiando estadísticamente la diferencia de contenido de metal de las galaxias vivas y muertas, los investigadores lograron determinar la causa de muerte para la mayoría de las galaxias de tamaño medio

Como si de una novela negra se tratara, los expertos señalan el «estrangulamiento» como la causa principal de la muerte galáctica, que se produce después de que las galaxias se vean privadas de la materia prima que necesitan para crear nuevas estrellas.

Los niveles de metales que contienen la galaxias muertas proporcionan un huella dactilar clave que hace posible determinar la causa de su muerte, hasta ahora se desconocía, según un estudio publicado en Nature por investigadores de la Universidad de Cambridge y del Real Observatorio de Edimburgo.

En el Universo hay dos tipos de galaxias, casi la mitad son galaxias «vivas», entre las que está la Vía Láctea, ricas en gas frío, en su mayoría hidrógeno, que necesitan para crear nuevas estrellas.

El resto de galaxias están «muertas», es decir que no pueden crear estrellas y además su concentración de gas frío es muy baja, pero hasta ahora no se sabía cual era la causa de la muerte de las galaxias, recuerda el estudio.

Los astrónomos habían adelantado dos hipótesis principales para explicar la muerte galáctica: o bien el gas frío es succionado repentinamente fuera de la galaxias por fuerzas internas o externas, o bien el suministro de gas frío de alguna manera se detiene «estrangulando lentamente a la galaxia, durante un periodo de tiempo hasta la muerte».

El equipo de investigadores usaron datos de la Sloan Digital Sky Survey para analizar los niveles de metales en más de 26.000 galaxias de tamaño medio.

«Los metales son un potente marcador de la historia de la formación de las estrellas. Cuantas más estrellas nacen en una galaxia más contenido de metal se puede detectar», explica el profesor del Laboratorio Cavendish y del Instituto Kavli de Cosmología de la Universidad de Cambridge, Yingjie Peng, autor principal del estudio.

Por ello, al observar los niveles de metales en las galaxias muertas debería ser posible saber cómo murieron, agrega.

Si las galaxias son «asesinadas» por una salida repentina del gas frío fuera de la galaxia, entonces el contenido de metal de una galaxia muerte debería ser el mismo que tenía justo antes de su muerte, pues la formación de las estrellas se pararía bruscamente.

Sin embargo, en el caso de la muerte por estrangulamiento la formación de estrellas puede continuar mientras el gas frío no se extinga del todo.

Los investigadores analizaron las diferencias estadísticas de contenido de gas frío entre las galaxias vivas y las muertas, lo que les permitió determinar la causa de la muerte de las mayor parte de las galaxias de tamaño medio.

El profesor Roberto Maiolino, uno de los autores del estudio, señala que han determinado que el contenido de metales en una galaxia muerta es «significativamente mayor» que en una viva con una masas similar.

«Esto no es lo que esperaríamos ver en el caso de una extracción repentina del gas y es consistente con el escenario del estrangulamiento», agrega.

Los investigadores probaron su hipótesis observando la diferencia de edad estelar entre las galaxias vivas y las muertas, independientemente del nivel del metales que contengan, y encontraron una diferencia de 4.000 millones de años, lo que está en línea con el tiempo que tardaría una galaxia viva en morir por estrangulamiento.

«Esta es la primera evidencia concluyente de que las galaxias son estranguladas hasta la muerte, indicó Peng, quien destaca: «aún desconocemos quién es el asesino, aunque tenemos algunos sospechosos».

¿Y si no hay más vida inteligente que esta?

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El ser humano ansía sentirse acompañado en el frío y hostil universo
El ser humano ansía sentirse acompañado en el frío y hostil universo

El doctor en Astronomía Armando Arellano Ferro imparte charlas bajo la temática «Vida extraterrestre: ilusiones y antropocentrismo». Investigador del Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y miembro nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), Arellano Ferro aborda la idea sobre la existencia de vida extraterrestre y nuestra capacidad de reconocerla y encontrarla, resumiendo los alcances y las limitaciones del conocimiento moderno.

«La idea de vida en el universo es antigua y permanente en el ser humano; sin embargo, abordarla desde la idea de los ovnis me parece una audacia por no decir una torpeza, o por lo menos es una limitación intelectual. Yo creo que hay otras maneras más sensatas e inteligentes de abordar el problema, somos capaces de muchas más conjeturas sobre la vida, la conciencia y la inteligencia», asegura.

Arellano Ferro señala que los seres vivos son sistemas físicos que no están en equilibrio y que se mantienen disipando energía. “Si definiéramos la vida como un sistema disipador de energía fuera de equilibrio, entonces una galaxia o una nebulosa planetaria, por ejemplo, cumplirían la definición y en ese caso el universo estaría lleno de vida”.

«La definición de vida como la entendemos en la Tierra no nos sirve cósmicamente, tenemos que cambiar de paradigma. A veces la vida, como sí la conocemos, nos parece tan familiar que olvidamos el intrincado laberinto de condiciones que la hicieron posible y que la mantienen, tendemos a simplificarla y creerla común en todos lados, pero la vida como fenómeno podría más bien ser excepcional», afirma el astrónomo físico, quien entiende que es posible que en otros planetas existan condiciones para que se den vidas parecidas a la nuestra, pero ahí la temporalidad juega un papel trascendente.

La visión antropocentrista

El astrónomo señala que al pensar en la vida extraterrestre se cae fácilmente en el antropocentrismo y no logramos desprendernos de ideas adquiridas durante milenios de la experiencia de lo vivo en la Tierra. «Si en un planeta como la Tierra surgió la vida, es sensato buscar otros planetas parecidos a la Tierra y averiguar si por ser parecidos se podrían dar los mismos procesos que desencadenaron la vida. Es ahí donde quizá tendremos más oportunidades de encontrar alguna forma de vida; sin embargo, esta podría hallarse en un estado evolutivo muy diferente al de la vida en la Tierra ahora», expresa el investigador, quien añade que entre los más de mil 300 planetas descubiertos en los últimos 20 años alrededor de otras estrellas, solamente se conocen unos cinco parecidos a la Tierra en tamaño, probablemente con atmósfera y con temperatura adecuada.

Asimismo comenta que siempre que se habla de vida se espera encontrar seres desarrollados y comunicativos como los seres humanos. Así, hilvana esta idea con el caso de los humanos en la Tierra, la conciencia de estar vivos, la inteligencia, y discute si la evolución biológica desencadena necesariamente en la conciencia y la inteligencia.

La búsqueda de vida en otros planetas y la de paralelismos con el proceso que en la Tierra nos puso aquí debe tomar en cuenta la brevedad del tiempo que la humanidad, consciente e inteligente, ha estado en la Tierra; desde cuándo existe la vida en la Tierra y desde cuándo existe la conciencia y la capacidad para plantearse estas preguntas; así también los tiempos en los que se forman los sistemas que dan origen a la vida y que son capaces de conservarla.

Ante estos cuestionamientos, Arellano Ferro recuerda que la edad de la Tierra es de unos cuatro mil 600 millones de años y que la edad del fósil de un organismo vivo más antiguo es de tres mil 600 millones de años; sin embargo, el Homo sapiens surgió hace apenas unos 100 mil años y el interés por la vida en el universo tiene quizá cinco mil años, aunque la capacidad tecnológica de buscarla no rebasa los 150 años.

«Durante los primeros mil millones de años este planeta no tuvo vida. La Tierra ha estado habitada por alguna forma de vida 80 por ciento de su existencia, pero solamente 0.1 por ciento ha estado habitada por un ser emparentado con el hombre», resalta.

Además, relata que la vida se formó y se conservó debido a varias condiciones favorables pero fortuitas: el periodo de rotación de la Tierra, la inclinación de su eje y la distancia con el sol han permitido conservar su atmósfera y, por lo tanto, los océanos; su estructura interior, que genera el campo magnético que nos protege de radiación letal proveniente del sol, además de la presencia de los planetas masivos Júpiter y Saturno que durante la época de intensa caída de meteoritos en el sistema solar protegieron la Tierra, disminuyendo en ella el número de impactos de colosales meteoros.

Por todo ello, señala, la formación y conservación de la vida es compleja y tal vez sea necesario descubrir decenas de miles de planetas similares a la Tierra para encontrar organismos sofisticados, no necesariamente inteligentes, pero complejos. Por consiguiente, «no se puede utilizar la evolución humana como ejemplo de lo que tiene que suceder en otro lado», finaliza.