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Cecilia, la chica de dulces historias y despedidas inesperadas

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Hace 40 años que la cantante Cecilia, Evangelina Sobredo Galanes, murió en un accidente de tráfico junto a su batería, Carlos de la Iglesia. Cecilia falleció cuando regresaba con sus músicos de dar un concierto en Vigo, en Colinas de Trasmonte (Zamora), un suceso que conmocionó al mundo de la música.

Poco después de las dos de la madrugada, al terminar la que sería su última canción, Cecilia comentaba: «Este ha sido uno de los shows más bonitos de mi vida». Había cantado Dama, dama, Mi querida España y Un millón de muertos, canción que le planteó problemas administrativos.

Cecilia no había cumplido 28 años cuando falleció, pero había compuesto e interpretado casi un centenar de canciones con letras que exploran todos los registros, desde los más provocadores hasta los más tiernos y esos temas, dicen, siguen 40 años después inspirando a muchos.

En su época, la del tardofranquismo, Cecilia, a diferencia de muchos cantautores de entonces, traía, por su educación estadounidense, aires transoceánicos, es decir los que emanaban de artistas como Bob Dylan, Paul Simon o Joan Baez.

Ella componía con un estilo original, incluso cuando lo hacía en inglés, idioma en el que era capaz de escribir en versos acrósticos, como hizo en alguna estrofa de su enigmática ‘Lady in the Limousine’.

Las letras de la autora de «Un ramito de violetas» o «Dama, dama», bastante transgresoras para la España de Franco, han atravesado el tiempo porque exploran todos los registros, y forman parte del imaginario colectivo.

Hay canciones como «Mi querida España», recuerdan, que han sido muy versionados -de Raphael a Rozalen- y que han servido tanto a quienes defienden la unidad de España como a los que quieren una España republicana; a los que apoyan al juez Garzón y a los indignados.

Según escribía hace unos años el periodista Eduardo Rolland, «es la única española en el dramático Club de los 27». «El que forman Jim Morrison, Jimmy Hendrix, Janis Joplin, Kurt Cobain y, desde fecha reciente, Amy Winehouse. Todos ellos murieron a esa edad. Al igual que Evangelina Sobredo, esa chica madrileña que triunfó como cantautora bajo el nombre artístico de Cecilia».

Rolland se refiere a que Evangelina conocía bien el país. De hecho, su padre, José Ramón Sobredo, era de origen gallego. Militar de carrera y, más tarde, diplomático, desempeñó cargos en las embajadas de EE UU, Jordania, Costa Rica, Argelia y la República Popular China. Lo que brindó a sus hijos la oportunidad de criarse recorriendo el mundo. La crítica dice que el peculiar estilo de Cecilia procedía de sus influencias del exterior, con guiños a The Beatles o Paul Simon incluso en las portadas de sus discos.

«Vivir es morir cada día», escribía en una canción llena de tristeza, propia de una de las crisis que eran frecuentes en ella. Se declaraba católica a su manera. Un despacho pasado por la agencia Logos, y anulado con posterioridad, le atribuía estas palabras: «Creo que hay un Dios pero no sé lo que es. Leo mucho la Biblia, pero no soy muy rigurosa para seguir con los ojos cerrados ni a los curas ni al Papa».