Ligar en tiempos difíciles

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La estética hipster del neandertal arrebató el corazón a las bellas sapiens, que tampoco tenían mucho donde escoger
La estética hipster del neandertal arrebató el corazón a las bellas homo sapiens, que tampoco tenían mucho donde escoger

La descripción del encuentro sexual entre una hembra ‘Homo sapiens’ y un macho neanderthal es el comienzo de la novela de no ficción «Mi gran familia europea» (Editorial Ariel), escrito por la periodista científica sueca Karin Bojs, quien ha querido contar la historia de Europa a través de su propio ADN.

«El libro surge de la necesidad de investigar mi propia historia familiar a partir del estudio de mi herencia genética», explica esta jefa del departamento de ciencia del diario sueco ‘Dagens Nyheter’.

Bojs ha insistido en que los humanos modernos «somos descendientes de una única madre», bautizada como «la Eva mitocondrial», que vivió hace unos 200.000 años en el África subsahariana y «el primer cruce entre ‘Homo sapiens’ y ‘Homo neanderthalensis’ debió de producirse unos 100.000 años después».

En su opinión los humanos modernos y los neandertales «probablemente no nos gustábamos mutuamente» porque «éramos muy diferentes» pero de aquellas relaciones «nacieron hijos, que sobrevivieron, crecieron y a su vez tuvieron descendencia».

Ésta es la razón por la que los europeos «poseemos una media de un 2 % de ADN neandertal», explica, al recordar el trabajo publicado por el biólogo también sueco Svante Pääbo, quien concluía que los ‘Homo sapiens’ modernos tienen entre un 1 y un 4 por ciento de material genético de esta otra especie.

Uno de los principales beneficios de este encuentro, según esta especialista, es que «adquirimos nuevos genes», algo importante teniendo en cuenta que el grupo de humanos modernos «que salió de África hace 100.000 años era tan reducido que tuvieron hijos unos con otros, generación tras generación» con los problemas derivados de consanguinidad, por lo que obtener «sangre nueva» reforzó su sistema inmunológico.

Esta mezcla también alteró «nuestro pelo, nuestra piel y nuestro color de ojos» e incluso rasgos biológicos como la capacidad de digerir y absorber carbohidratos.

Bojs explica tajante que «no éramos ni superiores ni inferiores, simplemente éramos distintos», aunque sí ha señalado que los humanos modernos disponían de «un tipo de creatividad distinta» que les permitió crear arte figurativo, adornos o música, como demuestran las flautas confeccionadas con colmillos de mamut o huesos de buitre encontradas en diversas excavaciones.

No se ha encontrado evidencias similares entre los restos neandertales, por lo que la periodista y escritora señala como hipótesis que la falta de esta capacidad fue precisamente una de las causas de su extinción.

«También copiaron de nosotros alguna de nuestras tecnologías para elaborar armas, joyas o herramientas de caza», ha añadido.

En su novela, Bojs guía al lector a través de un viaje por los primeros 54.000 años del humano moderno, en los que además tuvo que enfrentarse al final de la última glaciación, una época que ha definido como un «mundo prístino» abundante en recursos.

En ese periodo existió una región llamada Doggerland, hoy día sumergida, que unía por tierra las Islas Británicas con el continente europeo: «debió de ser la mejor zona de Europa para vivir» debido a los numerosos recursos disponibles y la escasa competencia por la comida.

«La fusión de los glaciares sumergió la zona», una situación que a su juicio puede compararse «hasta cierto punto» con lo que podría ocurrir como consecuencia del actual cambio climático.

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