Religiones sacudidas por la modernidad

«La yihad es un problema del Islam contra el Islam; la religión es la excusa del resentimiento, y el Islam, además de atravesar un periodo de humillación y resentimiento, vive una guerra civil monumental», relata Roberto Blatt, quien ha condensado veinte años de investigación en «Biblia, Corán, Tanaj».
En este ensayo publicado por Turner, Blatt ha revisado los orígenes comunes de las tres religiones monoteístas y cómo durante la historia se han enfrentado, pero también se han inspirado y hasta complementado.
«El Islam está esencialmente en crisis, aunque el judaísmo y el cristianismo también tienen sus derivas; la modernidad ha sacudido al Islam como sacudió al cristianismo y al judaísmo en la época de la Ilustración», según Blatt, quien ha recordado como el Islam fue tolerante con los judíos hasta la época contemporánea, desde que entró en decadencia en el siglo XVIII.
«Lo que vivimos ahora es el colapso del pensamiento utópico, que es también un invento de la tradición bíblica, como el laicismo surge de esa misma tradición, la búsqueda de las condiciones para que haya justicia, pero sin Dios; por eso el laicismo existe sólo en Occidente», ha añadido.
Esta «crisis de lo que ha constituido el fundamento de Occidente, hace imposible el debate por su vehemencia» entre las tres corrientes bíblicas, por eso ha dedicado su ensayo a una revisión histórica para «ver cómo hemos llegado hasta aquí», lo que achaca a la ignorancia, pero más sobre la propia tradición religiosa de cada cual que sobre la de los demás.
Y ha puesto tres ejemplos, uno para cada una: «La mayor parte de los musulmanes desconoce que lo único que pide el Corán para las mujeres es que tapen sus partes, o sea un mini-bikini remedia la exigencia; el ‘pueblo elegido’ se refiere a que cada pueblo tiene su Dios nacional y el clan hebreo tenía su Dios pero no rechaza dioses ajenos para los demás; y el primer Dios universal es el del cristiano, el cristianismo inventa la universalidad».
«Las tres grandes corrientes bíblicas comparten tres principios fundamentales que deberían permitir una reconciliación generalizada sin que ninguna de ellas tenga que desaparecer; esas tres coincidencias son poner al ser humano en el centro del universo, que la tradición bíblica inventa la historia -frente a un tiempo cíclico de otras culturas-, y que la naturaleza carece del principio de Justicia».
Esa es la tesis de «Biblia, Corán, Tanaj», por la que su autor confía en que su libro pueda ser de utilidad «en un momento tan grave, de crisis tan profunda entre las tres corrientes».
Aunque él no sale en su libro, Blatt lo define como su «autobiografía intelectual», ya que nació en Uruguay de judíos austríacos asimilados, que se educó yendo a misa los domingos y que huyó de la dictadura de su país para trabajar en Israel en el Movimiento por la Paz de los años sesenta, en favor de la creación de un Estado palestino junto a Israel.
Su trabajo se debe «a un compromiso emocional, no a mero interés intelectual, sino existencial; conectar con los palestinos te transforma la vida», si bien ha advertido, en favor de Israel, que «sólo por imponerte militarmente no dejas de tener razón, que es lo que piensa mucha gente; por más que la guerra no pueda solucionar nada» y por más que «si los árabes hubieran ganado la guerra probablemente hubiera desaparecido Israel».
Sobre las medidas del presidente estadounidense, Donald Trump, contra países musulmanes, traza un rápido perfil psicológico: «Se aburre y tiene que crear un titular cada día; es un hombre que casi da lástima: se peleó con Forbes porque lo ponía demasiado abajo en su lista, se siente un fracasado y necesita ser reconocido como el mejor continuamente, es infantil, pero el peor del grupo».
«Es ególatra, ni siquiera profeta; un narcisista que ha llegado al poder aupado por los perdedores de la modernidad. Ahora, que en un país como el suyo haya pasado todos los filtros, agrega inquietud al panorama», concluye.