Cernuda, biógrafo de la pérdida

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Cernuda fue conocido sobre todo por el conjunto de su obra poética, bajo el título de "La realidad y el deseo" , además de como un crítico exigente y original
Cernuda fue conocido sobre todo por el conjunto de su obra poética, bajo el título de «La realidad y el deseo» , además de como un crítico exigente y original

Después de Juan Ramón Jiménez y de Antonio Machado, solo puede estar Luis Cernuda, escribe Francisco Brines al respecto del autor de «La realidad y el deseo» y el poeta que mejor escribió sobre el amor, la soledad y el sufrimiento.

Así lo considera Antonio Rivera Taravillo, autor de la biografía «canónica» sobre el gran poeta sevillano de la generación del 27, con cuyo primer tomo ganó el premio Comillas. En ella deja claro que Cernuda «dotó de sentido moral a la poesía española y la hizo insobornable».

Con motivo de los múltiples homenajes a Cernuda está a disposición del lector «Leve es la parte de la vida que como dioses rescatan los poetas (poemas para Luis Cernuda)», editado por la revista Áurea.

En el libro han participado Francisco Brines, José Manuel Caballero Bonald, Antonio Colinas, Antonio Gamoneda, Juan Carlos Mestre, Andrés Trapiello, Luis Alberto de Cuenca, Pablo García Baena, Luis Antonio de Villena, Juan Gelman y la premio nobel Herta Müller, entre otros muchos poetas.

Además este volumen aporta un manuscrito inédito de Cernuda con los borradores del «Soliloquio del farero» y dibujos y fotografías inéditas suyas. También se proyectarán imágenes del autor de «Los placeres prohibidos» y se podrá escuchar su voz grabada.

Aquellos que deseen aproximarse a Cernuda pueden recorrer la etapa madrileña del poeta y su vinculación con el Ateneo, que solía frecuentar con Federico García Lorca y Vicente Aleixandre.

«Diré cómo nacisteis, placeres prohibidos/como nace un deseo sobre torres de espanto. Amenazadores barrotes, hiel dolorida/Noche petrificada a fuerza de puños/Ante todos, incluso el más rebelde/Apto solamente en la vida sin muros». Así escribe el poeta en uno de sus libros emblemáticos, «Los placeres prohibidos», donde habla sin tapujos de su homosexualidad.

Cernuda nació en Sevilla el 21 de septiembre de 1902 y vivió allí hasta 1928, hijo de una familia burguesa. El 5 de noviembre de 1963 murió de un infarto en México, donde vivía desde hacía años en casa de Concha Méndez, madre de Paloma Altolaguirre, su amiga, quien le encontró tirado en el suelo, con la máquina de escribir al lado y un libro de Emilia Pardo Bazán sobre la mesa.

Su participación activa a favor de la República hizo que cuando cuando se marchó a Inglaterra para dar unas conferencias ya no pudiera volver por la victoria de los nacionales. Allí comenzaría su «destierro definitivo», con un peregrinar por Francia, Estados Unidos y finalmente México.

Independiente, aliado de la soledad constante, rebelde, con dolor y con nostalgia por una España de la que se separó no solo físicamente sino «espiritualmente», escribía: «Soy español sin ganas/Que vive como puede bien lejos de su tierra/Sin pesar ni nostalgia».

Cernuda sentía admiración por Unamuno, de quien decía que era el mejor poeta de España. Y es que en la poesía de este sevillano también están el pensamiento y la emoción, la poesía pensada: él siente el pensamiento y piensa el sentimiento que dijera Unamuno.

El biógrafo Antonio Rivero Taravillo recoge unas palabras de Cernuda que dejan ver muy bien su sentir vital: «Una constante en mi vida ha sido actuar por reacción contra el medio donde me hallaba. Eso me ayudó a escapar al peligro de lo provinciano…».

Gran amigo de Lorca, Cernuda no se llevó mal con Alberti, de quien dijo que era «el cristal capaz en un instante de romperse», y siempre reprochó a Vicente Aleixandre que no hablara de su homosexualidad.

Moderno, primero surrealista, luego metafísico, poeta del amor, «romántico por excelencia», admirador de Bécquer, Cernuda está enterrado en México. Cualquier momento es una oportunidad para volver a su poesía sobre la pérdida y la soledad, la de un poeta de la otra España.

Poeta en el exilio

Antonio Rivero Taravillo, biógrafo del poeta sevillano Luis Cernuda, ha dicho que éste creció como poeta en su exilio británico de casi diez años, donde fue «infeliz».

Rivero Taravillo habla de los años que Cernuda pasó en Escocia (1939-1943) como lector de español en la Universidad de Glasgow. «Cernuda fue muy infeliz en aquellas tierras, pues no tenía vocación académica, apenas hablaba el idioma inglés y, tras ver cómo perdía la contienda la República, se vio de bruces en otra guerra, la Segunda Mundial», cuenta.

«Glasgow sufrió los bombardeos, y Cernuda se refugió en algo que a la postre redundaría en su crecimiento como poeta, la lectura, mediante el contacto con esa tradición, especialmente la romántica, con la que sentía una especial identidad», según Rivero Taravillo.

Ha añadido que en Glasgow, «la ‘ciudad caledonia’ de la que abominó, se gestó su libro de prosa poética y memorialística, ‘Ocnos’, y allí escribió algunos de sus mejores poemas pertenecientes a ‘Las nubes’ y ‘Como quien espera el alba'».

Así, se trata de un poeta en cuya obra «España tiene gran importancia, ya que estuvo a punto de alistarse en las Brigadas Internacionales», según Rivero Taravillo, quien tradujo en colaboración con Catriona Zoltowska varios poemas de quien está considerado el máximo poeta gaélico escocés del siglo XX.

«Para mí es muy emocionante la coincidencia; recuerdo que, a su muerte, participé en un programa de la emisora gaélica BBC Alba en el que Seamus Heaney y otros poetas le rendimos tributo», ha señalado Rivero Taravillo, también poeta y traductor.

Rivero pergeñó su biografía en dos volúmenes «Luis Cernuda. Años españoles (1902-1938)», que obtuvo el Premio Comillas en 2007, y «Luis Cernuda. Años de exilio (1938-1963)». Precisamente fue en Londres donde Cernuda residió entre 1945 y 1947 en compañía del pintor Gregorio Prieto, antes de marchar a Estados Unidos.

Otros estudios destacan la participación de Cernuda en la colonia de niños vascos que se asentó en la finca de Lord Faringdon, en las proximidades de Oxford. Según ha recordado Rivero, «en ese contexto Cernuda escribió el terrible y hermosísimo poema ‘Niño muerto’, del que se ofrecen las circunstancias en este segundo tomo de la biografía».

«El Instituto Cervantes de Londres ocupa la sede en el barrio de Belgravia del que fue Instituto de España, que montó en la capital británica Leopoldo Panero y al que fue en varias ocasiones Cernuda, que fue profesor de la otra institución cultural española en Londres, el Instituto Español que contó con el apoyo de Negrín», ha señalado el biógrafo.

«En muchos aspectos, por modales, educación, dandismo, flema y sintonía, Cernuda fue el más británico de su generación, sin que ello impidiera que se rebelara contra esa sociedad mercantilista y fabril, tan ajena a su Sur añorado. Ni que una vez montara en cólera ante un poeta que reivindicaba el dominio británico de Gibraltar, como se muestra en una de las cartas inéditas a Salvador de Madariaga que reproduzco en el libro», ha concluido el biógrafo.

Cernuda comenzó su exilio en 1938, en plena Guerra Civil, cuando marchó para dar unas conferencias y ya nunca regresó, ya que posteriormente viajó a EEUU y a México, donde vivió sus últimos años.

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