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Butts, la pecaminosa olvidada

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Como una voz distintiva y original dentro del movimiento del Modernismo, la novelista inglesa Mary Butts fue un prodigio de estilo, aprendizaje y energía, que escribió con una poderosa perspectiva sobre la Generación Perdida. Su flamante estilo de vida en Londres y Francia en la década de 1920 desafortunadamente ensombreció la importancia de su trabajo. Durante las últimas décadas, sin embargo, ha habido un resurgimiento del interés en Mary Butts, la escritora , y, después de haber estado "perdida" por más de 50 años, su trabajo se ha unido a sus contemporáneos HD, Djuna Barnes, Virginia Woolf y Mina. Loy, en el panteón del modernismo literario
Como una voz distintiva y original dentro del movimiento del Modernismo, la novelista inglesa Mary Butts fue un prodigio de estilo, aprendizaje y energía, que escribió con una poderosa perspectiva sobre la Generación Perdida. Su flamante estilo de vida en Londres y Francia en la década de 1920 desafortunadamente ensombreció la importancia de su trabajo. Durante las últimas décadas, sin embargo, ha habido un resurgimiento del interés en Mary Butts, la escritora , y, después de haber estado «perdida» por más de 50 años, su trabajo se ha unido a sus contemporáneos HD, Djuna Barnes, Virginia Woolf y Mina. Loy, en el panteón del modernismo literario

Nadie lee a la «diosa de la tormenta» Mary Butts (1890-1937), una mujer que buscaba con más frecuencia de lo imaginable el virtuosismo. Admirada por sus contemporáneos Ezra Pound, Ford Madox Ford y Marianne Moore, de Butts la escritura (que da cobijo cualquier resquicio de luz creativa) tiende a verse ensombrecida por sus notorias aventuras, que incluyen practicar magia negra con Aleister Crowley, fumar enormes cantidades de opio y abandonar a su único hijo.

Mary Butts nació en Dorset en 1890. El periodista Ignasi Franch la describe como «Pacifista, bisexual y precursora del ecologismo». La autora vivió en Inglaterra, Italia y Francia, lugares en los que entró en contacto con los principales intelectuales y artistas de su tiempo: además de los ya nombrados, tuvo trato muy directo con T. S. Eliot,  May Sinclair, Jean Cocteau y  Virginia Woolf. Su obra, que incluye novelas, ensayos, poemas, diarios y relatos con un marcado carácter experimental, cayó en el olvido tras su muerte en 1937, hasta que en los años 80 y 90 del pasado siglo volvió a ser reeditada y estudiada, adquiriendo la consideración de autora de culto del modernismo inglés.

Franch recuerda que Butts «tuvo una vida notablemente agitada en el plano sentimental, pero consideraba que la creación era una parte principal de su vida. Por ello, consiguió producir una obra literaria y crítica considerablemente extensa que no siempre pudo publicar por las temáticas (como el amor lésbico) que abordaba». En cualquier caso, «la herencia de su padre, que le facilitó una renta desde los 21 años, allanó parte de un camino difícil», concede.

«Las estancias de la autora en el París de los artistas facilitó que los aspectos más potencialmente polémicos de su vida no se convirtiese en el yugo que tuvieron y tienen que sufrir personas afincadas en otros entornos sociales y culturales», defiende Franch, quien destaca la inquietud vital de la escritora. «Compartió charlas y drogas con creadores como Jean Cocteau, el ilusionista de la poesía y las artes visuales, conoció al músico George Auric o a la bailarina Isadora Duncan. Formaría parte del ambiente creador de su época, como escritora, como interlocutora y también como crítica literaria. E incluso fue discípula de los magos Philip Heseltine y Aleister Crowley, de quienes se terminaría alejando».

Huida del Mal

Según Crowley, la revelación contenida en El Libro de la Ley, convertido en un libro sagrado, le fue dictada por un ente llamado Aiwass (el Santo Ángel de la Guarda o Seth, el temible dios destructor asesino de Osiris). Años más tarde, en Cefalú (Sicilia), organizó su primer templo, la Abadía de Thelema, donde puso en práctica sus enseñanzas y rituales de magia sexual e invocación de toda clase de demonios y seres sobrenaturales hasta que fue expulsado de Italia por orden del mismo Mussolini.

Para esta tarea mágica (el alumbramiento del Eón de Horus), Crowley, considerado ya por la prensa como «el hombre más malvado del mundo», necesitaba a la Mujer Escarlata, Babalon, la apocalíptica Madre de las Abominaciones, la Novia del Caos que «cabalgará a la Bestia». Leah Hirsig, con el nombre mágico de Alostrael 31–666–31, no fue la primera de estas, pero sí una de las más importantes y quien dejó un más fiel y sobrecogedor testimonio de lo que sucedía diariamente en la abadía, sus rituales y penalidades, esperanzas y momentos aterradores, la increíble vida cotidiana de una comuna mágica.

Butts había huido tras contemplar, entre otros portentos – tal y como lo declara John Symmonds – a Leah Hirsig, la «Mujer Escarlata» copulando, o mejor dicho, sin conseguir copular, con un macho cabrío que «no se sentía excitado por un ser humano y contemplaba indiferente el trasero de Leah” (La Gran Bestia p 381).

Indecencia y luz

Con su vitalidad legendaria, Butts no siempre fue leída: en la década de 1920, publicó piezas en The Little Review , un periódico de cabecera por aquel entonces , y sus novelas, especialmente Armed With Madness (editada en España por Epicuro Ediciones) y Death of Felicity Taverner fueron elogiadas y  a la sazón despreciadas por los más renombrados y recordados de los modernistas. Presa de un ataque de pánico ante los escritos de Butts, Virginia Woolf calificó su obra, con su implacable cuestionamiento de los valores, como «indecente». Tal vez no sea sorprendente dada la predilección natural de Butts por lo estrafalario.

Más generoso en su evaluación es Paul West, quien compara a Butts con Clarice Lispector y le escribe que su originalidad más conspicua consistió en su resolución de representar lo más abyecto de la existencia, con vistas a una transformación redentora, lo que significa mimetizarse con el sentido de la masiva e impersonal embestida de la Creación.

Escrito como un inverso de la desolada tierra baldía de Eliot , Armado de la locura es el mejor trabajo de Butts, una búsqueda extática y alegórica de significado en un mundo destrozado por la guerra y el nihilismo. Armados de locura trata de las vidas de un grupo de amigos y amantes que viven a caballo entre la cosmopolita Paris y su Inglaterra natal. El estadounidense Carston, un invitado procedente también de Francia, cumple una cierta función de álter ego del lector, al introducirse (e introducir a la audiencia) progresivamente en la poco convencional vida de los hermanos Taverner y sus invitados, en sus intrincadas redes de atracciones y frustraciones.

El elemento propulsor de la trama remite a los intereses de la autora por las culturas antiguas, y a su renovado interés por el cristianismo. Si las cosas no eran suficientemente extrañas en el hogar de los Taverner, tres amigos aparecen con un cáliz cuyas formas y cuya forma de hallarlo remite al Santo Grial de la última cena de Jesucristo y de las novelas artúricas. Los personajes reaccionan con una maraña de sentimientos encontrados: admiración, escepticismo, espíritu lúdico…

La vida salvaje de Mary Butts llegó a su fin en 1937, cuando murió de una úlcera perforada.