El familiar más extraño de las jirafas

Xenokeryx amidalae era un paleomerícido, un tipo de herbívoro del Mioceno que vivió en Europa y Asia hace entre 18 y 11 millones de años.
Los paleontólogos emparentaban a estos animales con los dromomerícidos, antepasados lejanos de los ciervos, pero un nuevo estudio de los fósiles encontrados a mediados de los 90 en el yacimiento de La Retama (Cuenca) ha dado un giro a esta asociación.
La combinación de los datos morfológicos de esos restos con los del ADN de rumiantes actuales ha permitido establecer que los paleomerícidos tienen más que ver con las Jirafas.
Uno de los autores de este trabajo, publicado en PLOS ONE, es Israel M. Sánchez, colaborador del Museo Nacional de Ciencias Naturales.
En declaraciones a EFE, Sánchez ha explicado que “teníamos un grupo entero de rumiantes en el limbo filogenético, pero este hallazgo estaba tan bien conservado que puso todas las piezas del puzle en su sitio y nos permitió describir muchos caracteres importantes, algo que no se había hecho nunca.
Ahora sabemos que esta especie fue creciendo hasta convertirse en la primera filogenia de los paleomerícidos, que ahora ya sabemos que tienen dos linajes: uno relacionado con el género Ampelomeryx y otro con el nuevo Xenokeryx”.
Estos peculiares rumiantes tenían “dos tipos de cuernos: dos frontales similares a los de las jirafas y uno posterior, que arranca en la nuca”.
Los machos lucían largos colmillos y dos osiconos, un apéndice craneal cubierto de pelo y situado sobre los ojos, como sucede en las jirafas actuales.
La estructura ósea bifurcada que les sobresalía de la nuca tenía una función desconocida para los paleontólogos, que especulan que podría relacionarse con la defensa, el cortejo y las peleas por conseguir hembras.
Las “extravagancias” del Xenokeryx amidalae no se reducen a su anatomía.
Su nombre significa “cuerno extraño de Amidala”, y alude a la semejanza de su apéndice óseo posterior con uno de los peinados de la reina Amidala, personaje de las películas de Star Wars.