Promiscuidad femenina para evitar la extinción

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FacebookTwitterGoogle+Compartir La relación sexual estable y simultánea de una mujer con varios hombres ha sido una práctica de sociedades minoritarias a lo largo de la Historia. Es la poliandria, una conducta más frecuente en el reino animal al reportar beneficios biológicos a numerosas especies
La relación sexual estable y simultánea de una mujer con varios hombres ha sido una práctica de sociedades minoritarias a lo largo de la Historia. Es la poliandria, una conducta más frecuente en el reino animal al reportar beneficios biológicos a numerosas especies

La mayoría de las personas saben lo que significa la poligamia, un régimen familiar en que se permite al varón tener varias esposas y que, por ejemplo, practicaban los mormones en sus inicios, o un “harén”, es decir un grupo de mujeres que viven bajo la dependencia de un jefe de familia y que, aunque suele asociarse a las sociedades musulmanas, también tuvo lugar en otras civilizaciones antiguas, como la griega. Menos numerosas son aquellas las personas que conocen el significado del término poliandria, una condición infrecuente entre las personas y poco documentada en la historia de la civilización, por la cual una mujer puede estar casada simultáneamente con dos o más hombres, si bien tener varias parejas a la vez es algo más habitual entre otros seres vivos, como los insectos.

“Estar casada con varios hombres al mismo tiempo ayudaba a crear una red de seguridad para las mujeres en algunas culturas minoritarias”, según Kathrine Starkweather, investigadora de la Universidad de Missouri, en Estados Unidos.

De acuerdo al estudio efectuado por Starkweather, publicado en la revista ‘Human Nature’, “disponer de maridos adicionales garantiza a las mujeres de dichas sociedades que sus niños sean atendidos, incluso si uno de sus padres muere o desaparece”.

Starkweather y Raymond Hames, coautor del trabajo y profesor de Antropología en la Universidad estadounidense de Nebraska, examinaron la documentación científica sobre 52 culturas de diversas épocas con tradiciones de poliandria pertenecientes a todos los continentes, excepto Europa.

Al estudiar la documentación sobre estas sociedades repartidas por todos los rincones del mundo, desde el Ártico hasta los trópicos, pasando por los desiertos, entre ellos la etnia Bari en Venezuela, los expertos descubrieron que el hecho de estar expuestas a condiciones ambientales similares parecía influir en que culturas disímiles adoptaran la poliandria.

En las culturas estudiadas, los varones con frecuencia superaban originalmente en número a las mujeres, pero después sufrían una elevada mortalidad antes de la edad adulta, porque eran más propensos a morir en la guerra, durante la caza y la pesca, o en accidentes, y además pasan temporadas fuera del hogar familiar, según Starkweather y Hames.

En estudios previos, se ha comprobado que las tradiciones de trasmisión de la propiedad de la tierra en las culturas poliándricas, especialmente las de Nepal, Tibet y la India, conducían a que la tierra fuera dividida en partes iguales entre los hijos varones tras la muerte de padre de la familia.

Según la investigadora de la Universidad de Missouri, esta práctica habría conducido a que la tierra quedará subdividida en parcelas demasiado pequeñas para ser cultivadas, de forma que proporcionaran cosechas suficientes para alimentar a una familia.

Al estudiar a estas pequeñas culturas igualitarias, Starkweather comprobó que los hermanos más jóvenes integrantes del matrimonio poliándrico suelen proteger y proporcionar alimento para la familia cuando está ausente el hermano mayor, que a menudo es el marido primario.

Poliandria, en el reino animal

La poliandria es mucho más frecuente en el reino animal y está presente en una gran cantidad de especies, desde los insectos a los mamíferos, de acuerdo a un estudio de las universidades de Exeter y Liverpool, en el Reino Unido, que refleja que este fenómeno podría tener una ventaja biológica: reducir el riesgo de que una población animal se extinga debido a que se produzcan sucesivas generaciones formadas sólo por hembras.

Si el SR proliferase en una especie y lo portase la mayor parte de su descendencia femenina, este cromosoma “antimasculino” pasaría nuevamente a los hijos, dando lugar a su vez a cada vez más generaciones sucesivas de hembras, hasta que finalmente no quedarían machos y la población se extinguiría.

El estudio británico, efectuado con la mosca de la fruta ‘Drosophila pseudoobscura’, indica que el hecho de que una hembra tenga múltiples machos puede suprimir la expansión del cromosoma SR, haciendo las generaciones de “sólo hembras” sean una rareza.

Según los expertos de Exeter y Liverpool, este efecto obedece a que los machos que portan el cromosoma SR producen la mitad del esperma que los machos normales. Cuando una hembra se empareja con múltiples machos, sus espermatozoides compiten para fertilizar los óvulos, y son superados en esta competición por los espermatozoides de los machos normales, con lo que el SR no logra expandirse, según los británicos.

En general los biólogos creen que la función de la poliandria –que practican las abejas, ranas, buitres, cormoranes y macacos, entre otras especies- es contribuir a que las hembras engendren descendientes aptos, dado que gracias a esta práctica, el esperma que acaba fertilizándolas sería el del macho con mejores genes.

Sin embargo, algunas investigaciones sugieren, por contra, que la promiscuidad de las hembras no ayuda siempre a conseguir la mejor contribución genética paterna.

Un equipo de investigadores de las universidades de Uppsala, en Suecia, y Aarhus, en Dinamarca, ha estudiado las hembras de un tipo de escarabajo comúnmente denominado gorgojo, las cuales suelen aparearse con múltiples machos.

Al investigar a los escarabajos ‘Callosobruchus maculatus’, este equipo dirigido por el biólogo y ecólogo Goran Arnqvist, de la Universidad de Uppsala, ha descubierto que, cuando los gorgojos hembras se aparean con dos machos, el macho con genes de “baja calidad” procrea más descendientes que el macho con una dotación genética de “alta calidad”.

En conclusión, la poliandria todavía puede seguir acompañada del adjetivo “enigmática”, ha comentado este investigador.

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